domingo, 6 de octubre de 2024

La maldicion de Tamerlan.

 


De todos es sabido, que el partido nazi alemán, antes y durante la Segunda Guerra Mundial, se vio muy envuelto en grandes investigaciones medicas y militares, pero tambien misticas y esotéricas, con el fín de demostrar la pureza y la supremacia intelectual de la raza aria sobre las demás.

Hay multitud de pruebas que corroboran, la busqueda por todo el mundo de ciertos artilugios supuestamente sagrados y poderosos, por parte de los grandes oligarcas nazis, con Heinrich Himmler a la cabeza. Con ellos intentaban obtener ventaja sobre sus adversarios y asi poder imponer su doctrina. 

Lo que apenas se sabia hasta ahora, es que por el lado opuesto de la historia, por parte de los llamados aliados, tambien hubo algún caso de intentar aprovechar el poder de ciertas reliquias. Es el caso que os traigo hoy, aunque parece que no salio del todo como esperaban. 

Poneros en contexto... el 21 de junio de 1941, con una Alemania que ya plastaba naciones en toda Europa, y una Unión Soviética "relajada" por la firma desde 1939 del tratado de no agresion entre ambas potencias, al lider supremo soviético, Iósif Stalin no se le ocurrio otra cosa que dar orden de exhumacion al cuerpo de un antiguo conquistador turco-mongol, que se encontraba enterrado desde hacia siglos en un mausoleo de la localidad de Samarcanda, lo que hoy se conoce como Uzbekistan.

Las "disculpas" oficiales que se dieron por aquel entonces para realizar la exhumación, fueron las de investigar sus restos y relizar un posible retrato del conquistador a partir de su craneo... la verdad es que ya poca gente dio credibilidad por aquel entonces a ese "estudio", y con el paso del tiempo, cada vez toma mas fuerza la teoria de que lo que se buscaba era algun tipo de reliquia que les diera ventaja ante una inminente agresión alemana.

Cuenta la leyenda que, al abrir la tumba del conquistador, llamado Tamerlán , los arqueólogos soviéticos soltaron una terrible maldición, y que por eso, la URSS fue atacada por los nazis. 

¿Quién fue Tamerlán?.

Tamerlán o Timur (1336-1405), fue un gobernante de Asia Central y fundador de la dinastía timúrida. Comenzó como guerrero que reunió a sus propias fuerzas; después se convirtió en un importante comandante y ocupó un relevante cargo gubernamental en el estado turco-mongol de Moghulistán. Más tarde, fue elegido primer gobernante de un nuevo estado timúrida con capital en Samarcanda (actual Uzbekistán), que existió hasta 1507. Tamerlán conquistó gran cantidad de tierras y comenzó a gobernar una gran parte de Asia Central, así como territorios en Mesopotamia y el Cáucaso, el actual Irán, Afganistán, Pakistán y Siria.

Timur no era descendiente de Gengis Kan, el fundador del Imperio Mongol, por lo que, según la tradición mongola, no tenía derecho a ostentar el título de kan; en su lugar, se le denominaba “Gran Emir”. Sin embargo, al casarse con la hija de uno de los descendientes de Gengis Kan, pudo ostentar el título honorífico de “yerno del Kan”, lo que le daba más libertad de acción y poder.

Al mausoleo de Tamerlán.

 Aparte de sus conquistas, el gran emir hizo mucho por el desarrollo de la cultura en su país y muchas obras maestras de la arquitectura de Samarcanda se construyeron bajo su mandato. Por orden suya, se inició la construcción del mausoleo de Gur-e-Amir en la ciudad, donde, más tarde, fue enterrado junto con algunos de sus descendientes.

Gur-e-Amir está considerado uno de los monumentos más importantes de la arquitectura islámica, que influyó en muchos edificios religiosos. Fue este mausoleo el que inspiró al arquitecto del mausoleo y mezquita del Taj Mahal en la India (que, por cierto, fue encargado por un descendiente de Timur a mediados del siglo XVI).


 La apertura de la tumba de Timur y su maldición.

El 21 junio de 1941, un gran equipo de científicos soviéticos comenzó a abrir la tumba. Varios ancianos del lugar se reunieron en la entrada del mausoleo al ver a los arqueologos,  y se apresuraron a indicarles que la tumba no deberia de abrirse o por lo contrario, estallará una guerra. Les llevaron incluso un libro del siglo XVII que decía en lengua árabe: “Quien perturbe la tumba de Tamerlan liberará el espíritu de la guerra. Y comenzará una matanza tan sangrienta y terrible que el mundo no ha visto algo así nunca”. Incluso había leyendas que afirmaban, que se habían encontrado temibles profecías escritas directamente en el interior del ataúd: “Quien abra mi tumba desatará un invasor más terrible que yo”.

Sin dejarse intimidar por las supersticiones, los científicos continuaron su trabajo y al día siguiente, 22 de junio de 1941, coincidencias o no, la Alemania nazi invadio la URSS.


 Al parecer, la leyenda sobre la maldición de Timur llegó hasta el propio Stalin, que ordenó devolver los restos a su lugar. Corrían rumores de que estaba dispuesto a que cualquier ritual místico cambiara el curso de la guerra.

 Los días 19 y 20 de noviembre de 1942 tuvo lugar el nuevo entierro ceremonial según todos los honores musulmanes. Sorprendentemente, ese día tuvieron lugar las batallas más importantes de Stalingrado: las tropas soviéticas lanzaron un contraataque que dio lugar al inicio del giro clave en el curso de la guerra.

¿Qué revelaron las excavaciones?.

La apertura de la tumba tuvo un importante significado histórico. Tras estudiar el esqueleto y el cráneo de Timur, el jefe de la expedición, el escultor-antropólogo Mijaíl Guerasimov consiguió hacer una descripción increíblemente detallada del aspecto del gobernante medieval e incluso reconstruir su retrato.

 Descubrió que Timur tenía rasgos faciales típicamente mongoloides, tenía el pelo pelirrojo, un bigote que le colgaba a los lados de los labios y una barba en forma de cuña. Además, era bastante alto (especialmente para un mongol): medía unos 170 centímetros.


 Los arqueólogos también documentaron el hecho de que Timur tenía una pierna herida (en Rusia se le atribuía el apodo de “Timur el Cojo”). A pesar de que el gran emir vivió 68 años (una edad muy avanzada en aquellos tiempos), sus restos hablan de una gran fuerza física y vitalidad, que poseyó hasta su misma muerte.

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