jueves, 20 de junio de 2024

La primera bicicleta de la historia.

Se podria decir que llevo casi toda la vida andando en bici, aunque si que es cierto, que hubo un parentesis de ciertos años sin tocarla.

Mis dos bicis actuales, las fui montando poco a poco con mis propias manitas, pieza a pieza, y por lo que se ve no lo hice tan mal, ya que la mas antigua, va para los treinta años que la tengo y no he hecho nada mas que cambiarle zapatas de freno y arreglarle pinchazos...

Como os decia, como usuario ocasional de este fenomenal artilugio, creo que es de recibo hondanar un poco en la historia para saber de donde y como surgio este fabuloso invento, que tantas pasiones y quejas levanta por doquier. Al lio...

 

La primera bicicleta de la historia, como puedes suponer, no era como las actuales. De hecho llamarla bicicleta es un tanto arriesgado, pero la realidad es que tenía dos ruedas, un asiento y un manillar que permitía cambiar la dirección hacia la que se dirigía la rueda delantera. Eso sí, carecía de cadena ni pedales. Debías impulsarte con los pies.

Es decir, se parecía más a las bicis actuales de los niños pequeños, esas con las que empiezan a aprender a montar, que a las actuales bicicletas llenas de detalles y estudios aerodinámicos.

Ahora nos puede parecer una obviedad, pero en la época fue un invento la mar de novedoso. Imaginemos una sociedad acostumbrada a caminar o, como mucho, moverse a caballo o en carruaje.

Aunque existen muchos mitos y falsas creencias sobre la creación de la bicicleta, como que fue inventada por el mismísimo Leonardo da Vinci, la realidad es muy distinta. El creador de esta genialidad (y a quien le deberíamos hacer un monumento en cada ciudad por habernos regalado este inventazo) es el alemán Karl Friedrich Christian Ludwig Freiherr Drais von Sauerbronn, más conocido como Karl Drais.

El caso es que Drais se inventó este cachivache (en la época más de uno lo llamaría de esta manera) que tardaría mucho en popularizarse. En honor a su inventor fue bautizada como “Draisiana”, aunque este primer vehículo de propulsión humana de dos ruedas lo llamó su propio creador como “la laufmaschine” (máquina de correr).

La primera demostración pública se realizó el 12 de junio de 1817 y se recorrió el trayecto de Mannheim a Schwetzingen. Actualmente ese trayecto de 16 kilómetros se recorre en menos de una hora, pero suponemos que en la época tardarían bastante más, tanto por el estado de la carretera como por lo arcaico del propio invento.

Con su invento Drais consiguió un privilegio del Ducado en 1818, lo que sería equivalente a una patente actual. Y esta patente se confirmaría al poco tiempo en Francia y Prusia.

Poco a poco el prototipo fue llegando a otros países como Inglaterra, Francia o incluso cruzó el charco y llegó a Estados Unidos.

Como decíamos, el invento nació en 1817 y la versión más cercana a lo que actualmente conocemos como bicicleta, con sus pedales, su cadena de transmisión y sus frenos se la debemos al inglés John Kemp Starley en 1885.

Sí, sí, ¡tardaron casi 70 años en ponerle unos pedales y una cadena!

Si Drais levantara la cabeza (murió en 1851 sin conocer la evolución de su laufmaschine) se quedaría de piedra ya no solo con la evolución de su invento, sino con su uso tanto en el día a día como a nivel recreativo, con las grandes carreras que se celebran y las pasiones que levantan.

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