Los antiguos pueblos celtas, llegado el final de Octubre, solían celebrar una gran fiesta para conmemorar “el final de la cosecha”, bautizada con la palabra gaélica de Samhain. Significa, etimológicamente, ‘el final del verano’.
Esta fiesta representaba el momento del año en el que los antiguos celtas almacenaban provisiones para el invierno y sacrificaban animales.
Se acababa el tiempo de las cosechas, y a partir de entonces, los días iban a ser más cortos y las noches más largas. Los celtas creían que en esta noche de Samhain (hoy noche de Halloween), los espíritus de los muertos volvían a visitar el mundo de los mortales por lo que encendían grandes hogueras para ahuyentar a los malos espíritus.
Era la fiesta nocturna de bienvenida al Año Nuevo.
La costumbre era dejar comida y dulces fuera de sus casas y encender velas para ayudar a las almas de los muertos a encontrar el camino hacia la luz y el descanso junto al dios Sol, en las Tierras del Verano.
Al parecer, los celtas iban recogiendo alimentos por las casas para las ofrendas a sus dioses. Rituales que, supuestamente, incluían algún que otro sacrificio humano y para los que preparaban un gran nabo hueco con carbones encendidos dentro, representando al espíritu que creían que les otorgaba poder.
El calendario celta dividía el año en dos partes, la mitad oscura comenzaba en el mes de Samonios (lunación octubre-noviembre), y la mitad clara, a partir del mes de Giamonios (lunación abril-mayo). Se consideraba que el año empezaba con la mitad oscura; así, Samonios se convertía en el año nuevo celta. Todos los meses comenzaban con la luna llena, y la celebración del año nuevo tomaba lugar durante las «tres noches de Samonios», la luna llena más cercana entre el equinoccio de otoño y el solsticio de invierno. Las lunas llenas marcaban el punto medio de cada mitad del año durante las cuales se celebraban festivales.
El calendario de Coligny marca la luna de pleno verano; sin embargo, omite la de pleno invierno. El calendario fue diseñado para alinear las lunaciones con el ciclo agrícola, y la posición astronómica exacta del Sol se consideraba menos importante.
En la Irlanda medieval, Samhain permaneció como la principal festividad, celebrada con una gran asamblea en la corte real de Tara, durando tres noches, consistente con el testimonio galo.
En la mitología celta, los sidhe, o pueblos feéricos, también celebraban Samhain; al parecer, ellos fueron los que patrocinaban la Fiesta de los Muertos. En la víspera de noviembre las hadas podían tomar maridos mortales y se abrían todas las grutas de las hadas para que cualquier mortal que fuera lo suficientemente valiente pudiera echar un vistazo en aquellos dominios, para admirar sus palacios llenos de tesoros. Pero eran pocos los celtas que se aventuraban voluntariamente en aquel reino encantado, pues sentían por las hadas un gran respeto, teñido de terror.
La festividad celta se describe como una comunión con los espíritus de los difuntos que, en esta fecha, tenían autorización para caminar entre los vivos, dándosele a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados muertos.
Después de que los romanos conquistaran gran parte de los territorios celtas, estos influyeron en el mundo céltico con sus festivales a la diosa romana de la cosecha, Pomona. Más tarde, los cristianos calificaron las celebraciones celtas como una práctica herética, y con este pretexto destruyeron gran cantidad de la cultura, monumentos y tradiciones celtas, para afianzar su dominio político y social del viejo continente. Fue la época de sometimiento de los pueblos libres paganos, que eran convertidos al cristianismo demonizando sus creencias y adoptando sus festivales. Así, el de Samain se convirtió en el día de Todos los Santos, de donde deriva el nombre inglés de Halloween, inglés significa “All Hallows Eve”, es decir, Día de Todos los Santos, volviéndose especialmente importante en Estados Unidos y, más recientemente, en países de América Latina.
Por el Samhain era costumbre vaciar nabos (posteriormente calabazas, debido a una tradición irlandesa) para ponerles dentro velas. Varios siglos después, esta tradición (que renace en la actualidad gracias al movimiento neopagano) tiene continuidad en el actual Halloween, exportación de los irlandeses a Estados Unidos en el siglo XIX y principios del XX.
Como ha ocurrido con muchas fiestas, tradiciones y dioses de diversas culturas alrededor del mundo, con la llegada del cristianismo se declaró el Samhain como una festividad pagana, asociada con Satanás, y con la brujería, razón por la cual, hoy en día se entienda como una celebración Wicca.
Los amagüestus, magostos, magüestus o castanyadas, en función de la región en la que nos encontremos, cuentan con una relación clave en los pueblos celtas, que creían que por cada castaña consumida, se liberaba un alma. Así, alrededor del fuego se reúnen todavía familias y amigos para asar estos frutos al calor de la lumbre. Sea como fuere, el Samaín celta (también conocido como Samhaín) realizó un viaje de ida y vuelta desde territorios europeos hasta Norteamérica para regresar de nuevo en nuestros días. Así que disfrútalo :)
Como alguien escribió de Samaín:
"Oíd,
esta es una historia antigua, de cuando las historias no se escribían
en papel y los hombres nos reuníamos a contárnoslas entorno a las
hogueras para ahuyentar el miedo a la noche. Oíd, hoy es Samain,
equinoccio de otoño según el antiguo calendario celta.
Hoy
es el día en que hace siglos los habitantes de Europa celebrábamos el
fin de año, el fin de la cosecha. Mañana será año nuevo, el comienzo de
la oscuridad, el largo y frío invierno acecha. Esta noche. . . Esta
noche a caballo entre el año que termina y el que empieza. Esta noche
que marca el fin de la luz y el comienzo de la oscuridad. Esta noche los
espíritus de los muertos caminan otra vez libres por la tierra. . .
He
aquí el origen de la fiesta que, en países de herejes e idólatras,
llaman Halloween y que, en tierras de buenos y viejos cristianos
católicos, apostólicos y romanos, siguiendo el tercer mandamiento
—Santificarás las fiestas.— han convertido en el Día de Difuntos o de
Todos los Santos. Sabed pues, que cuando esta noche os disfracéis de
zombies, o cuando mañana acudáis a postrar flores antes las tumbas de
vuestros difuntos, estaréis haciendo honor a una tradición mucho más
antigua de lo que a los cristianos, expertos en colonialismo cultural
por plagio y asimilación, les gusta creer.
Tampoco
les gusta hablar de Mitra, el dios traído a Europa desde Persia por los
soldados romanos. Según cuentan, Mitra nació de una virgen. Se le
adoraba en cuevas oscuras donde los iniciados sacrificaban toros y
ofrecían presentes. Vírgenes, cuevas oscuras (pesebres sombríos), toros
(vacas y bueyes). . . Esta historia me suena. Dicen además que en los
templos de Mitra había una sola luz para guiar a los creyentes hasta el
altar donde yacía la imagen del dios; pero a esa luz no la llamaban
Estrella de Belén ni los devotos de Mitra eran tan ricos como para
ofrendarle oro, incienso y mirra. Sabed que para iniciarse en los
misterios de Mitra, los aspirantes debían pasar a través una muerte y
resurrección rituales. Hay también quienes discrepan y cuenta que Mitra
que no nació de una virgen, sino que nació adulto de un bloque roca
sólida. Roca sólida como la del sepulcro sobre el que, según comenzaron a
contar siglos después, resucitó el hombre-dios de los cristianos.
Rocas, resurrecciones. . . Os dejo que vayáis atando cabos. Samaín es
una gran noche para atar cabos."
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