Los antiguos pueblos celtas, llegado el final de Octubre, solían celebrar una gran fiesta para conmemorar “el final de la cosecha”, bautizada con la palabra gaélica de Samhain. Significa, etimológicamente, ‘el final del verano’.
Esta fiesta representaba el momento del año en el que los antiguos celtas almacenaban provisiones para el invierno y sacrificaban animales.
Se acababa el tiempo de las cosechas, y a partir de entonces, los días iban a ser más cortos y las noches más largas. Los celtas creían que en esta noche de Samhain (hoy noche de Halloween), los espíritus de los muertos volvían a visitar el mundo de los mortales por lo que encendían grandes hogueras para ahuyentar a los malos espíritus.
Era la fiesta nocturna de bienvenida al Año Nuevo.