Originalmente,
la pareja liberal es una pareja normal que, un día, decidió cambiar su
sexualidad más allá de los límites de la conformidad. A los amantes del
mundo liberal, les encantan la diversidad, ya sea durante los juegos
traviesos, discusiones eróticas o fines de semana libertinas… La
sexualidad de la pareja se metamorfosea y cambia de rumbo, esta vez
hacia lo colectivo, pero no tiene que dejar de estar enmarcada y bien
encauzada.
El swinging (o intercambio) se define como la relación temporal entre
dos parejas. La mujer tiene relaciones sexuales con un hombre que no es
su marido y el hombre tiene relaciones sexuales con la compañera de
otro. Todo esto aprobado y consensuado por los dos miembros de la pareja
y firmado a cuatro manos donde la ética, el respeto y la higiene son
tan importantes como el placer sexual. Aún así, el swinging no se limita
sólo al intercambio entre parejas, sino a un estilo de vida donde hay
tantas variantes como parejas y donde los hombres y las mujeres sin
pareja tienen también su espacio.
Pero,
limitándonos a la pareja liberal, podemos decir que esta está impulsada
por un profundo deseo de buscar a la “pareja afín” y que está
encaminada a comunicar su apetencia sexual hacia fuera, hacia otra
pareja.
Ante todo un deseo compartido
El deseo de compartir viene de la curiosidad de explorar una nueva
forma de compartir la diversión. La pareja individual, que ya se ha
proyectado en su propia sexualidad íntima, decide innovar dando libre
curso a sus fantasías. Encontrar a la pareja afín no es tarea fácil pero
sí una acción necesaria si se quiere estrenar a nuevas sensaciones
dentro del mundo liberal.
La atracción física no es el único criterio para elegir a una pareja
afín. Sondear personalidades, motivaciones y estilo de vida forman parte
del juego y de la seducción en el mundo liberal.
Compartir momentos de encuentro “tradicionales” entre parejas fomenta
la confianza y nos permiten dejarse ir. Tomar una copa, improvisar una
cena, asistir a fiestas… cualquier oportunidad es buena para encontrar a
la pareja afín.
Es el encuentro de cuatro deseos que facilita un intercambio
satisfactorio entre dos parejas y, a esto, le podemos sumar una
conciencia tranquila alimentada por el consenso y la aprobación. Cero
engaño o cero mentira: todo tiene que estar al descubierto para que
reine la transparencia. A pesar de esto, los celos pueden surgir debido a
gestos ambiguos, expresiones faciales, situaciones anodinas o ambiguas
(sonrisas, exceso de confianza, fusión amistosa, caricias, …), pero
siempre hay que informar y hablar con su pareja para tranquilizarse y
poder dominar estos celos para que sean un aliado al morbo en vez de
provocar conflictos.
Sin embargo, hay que tener cuidado! El intercambio no está exento de
peligro para la salud emocional y física de la pareja. Una pareja frágil
se verá aún más debilitada si experimenta al azar varias soluciones
libertinas, incluido el intercambio. No es ciertamente un recurso de
última hora que sirva para salvar a la pareja. Muchas parejas pues
necesitan de una consumada salud emocional. Además, no hay que obviar de
tener una higiene física irreprochable (pruebas de ETS/ITS regulares,
consultas médicas a la menor alarma, uso correcto de preservativos…).
Una filosofía, una forma de vida
Cada vez más, la pareja liberal frecuenta clubs de intercambio, redes
sociales o webs de contactos para citas en un entorno más privado o más
íntimo.
Antes de lanzarse al mundo del intercambio, muchos juegan el juego de
la espera y de la observación con el fin de tranquilizarse. Esta fase
es muchas veces necesaria para dar tiempo a la pareja de familiarizarse y
elaborar las bases del consentimiento libre y consensuado y, así,
fomentar el deseo compartido. No se trata de obligarse o de forzar al
otro.
Aprenda a conservar la pareja
El intercambio implica una sexualidad abierta y en grupo. Si se da
más importancia a la exclusividad de la intimidad, el intercambio no es
el camino a seguir. Además, una regla de oro es siempre respetar el (no)
deseo del otro miembro de la pareja. Una norma que no se puede en
ningún caso transgredir!
La fantasía de hacer florecer la sexualidad fuera del lecho conyugal
puede excitar la imaginación y los sentidos. Pero no hay que perder de
vista que siempre hay que fomentar la complicidad tanto con su pareja
como con el grupo de juego. La competencia entre los miembros puede
dinamitar la armonía de la pareja. En este caso siempre hay que hablar
de los problemas y confiar en el otro. La pareja no tiene que dejar
nunca de razonar en equipo.
El intercambio de pareja también tiene sus “dolores de cabeza”: herir
el orgullo, sacudir el ego, una sospecha obsesiva, celos que se vuelven
enfermizos… En todo momento, habrá que saber gestionar todos estos
problemas y malentendidos que acompañan a la pareja liberal y,
finalmente, decidir si el intercambio es o no la elección correcta. No
hay que perder de vista que en la pareja la parte individual e íntima es
tan importante como la parte liberal y libertina.
Existen muchas variantes dentro del mundo liberal como el Mélangisme
(intercambio que excluye cualquier penetración y que fomenta el
“toqueteo”), Candaulismo (un hombre a quien le gusta ver a su pareja
tomar placer con otro u otros hombres), Voyeurismo (el mirar se vuelve
excitante), Exhibicionismo (el mostrase estimula la excitación),
Fetichismo (el objeto se vuelve parte importante de la sexualidad),
Triolismo (Trío o “ménage a trois”: dos hombres con una mujer o dos
mujeres con un hombre), Sexo en grupo (intercambio orgiástico), Gangbang
(una mujer para muchos hombres), BDSM (Bondage – Disciplina y
Dominación – Sumisión y Sadismo – Masoquismo o Sadomasoquismo), etc.
Pero, es simplemente una cuestión de probar y tomar la decisión sobre
la variante que más se adapte a las fantasías erótico-sexuales de cada
uno.
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