"Operación Ogro": 40 años del asesinato de Carrero Blanco.

Hoy se cumplen 40 años del asesinato del almirante y por aquel entonces Presidente del Gobierno Luis Carrero Blanco.
Cuatro décadas en las que no se han podido disipar las sombras de duda que aún se ciernen sobre el primer atentado de ETA en Madrid por el que nadie se ha sentado ni se sentará en el banquillo y que fue perpetrado al día siguiente de la visita del secretario de Estado de EE UU Henry Kissinger a España.
Mucho se ha escrito sobre el que ha sido uno de los atentados más espectaculares de la banda terrorista, comenzando por las palabras de Franco en la Navidad de 1973: "No hay mal que por bien no venga". ¿Qué quiso decir el Jefe del Estado del que había sido su hombre más fiel?
La propraganda antifranquista se ha empeñado en bautizar al almirante Carrero Blanco con el sobrenombre de 'El Ogro', bautizado así por la banda asesina ETA en la operación que acabó con su vida, tratando de mostrarle como un personaje oscuro, con mucho poder y que sería el encargado de perpetuar el régimen franquista a la muerte de Franco. Era necesario quitarlo de enmedio.
Quienes le conocían bien sabían que Franco no le había colocado al frente del Consejo de Ministros por su poder, sino por su inteligencia. Necesitaba a su lado al entonces Príncipe Don Juan Carlos, y Carrero supo que podría colaborar con el Borbón.

La 'Operación Ogro'

Mucho se ha especulado sobre la implicación de distintos servicios secretos en la operación de ETA. Algunas fuentes sugieren que contó la colaboración de agentes de la CIA. Durante la guerra de Yom Kipur, en octubre de 1973, Carrero se opuso firmemente a que los Estados Unidos utilizaran las bases militares españolas para sus operaciones.
Si a esta información le sumamos las notas desclasificadas en 2008 de la embajada de Estados Unidos en Madrid en la que se afirmaba que "el mejor resultado que puede surgir... sería que Carrero desaparezca de escena, con posible sustitución por el general Díez Alegría o Castañón", se tienen los ingredientes suficientes para escribir una novela de misterio. Junto a estas informaciones un hombre desconocido, vestido con una gabardina, facilitó a los terroristas información con los horarios y el recorrido que hacía todos los días Carrero.
Sólo hubo una persona que vio al conocido como "hombre de la gabardina blanca". El etarra José Miguel Beñarán Ordeñana, Argala, uno de los autores materiales del atentado, que murió asesinado en 1978.
Como cada mañana, aquel 20 de diciembre de 1973, el presidente del Gobierno, Luis Carrero Blanco, acudió a misa de nueve a los Jesuitas de la madrileña calle de Serrano. A la salida, a las 9.25 horas, le esperaban el inspector de Policía José Antonio Bueno y su chófer, José Luis Pérez Mogena. El almirante subió en el vehículo oficial, un Dodge Dart de color negro que no disponía de blindaje, y el coche comenzó la marcha para volver al domicilio del presidente.
Al pasar por el 104 de Claudio Coello, justo detrás de la fachada donde había asistido a misa, el vehículo oficial aminoró la marcha porque había un Morris 1.300 en doble fila, pasó junto a él y se situó justo encima de cien kilos de explosivos que previamente habían sido colocados por tres etarras. Los terroristas habían alquilado meses antes un sótano en el portal de al lado, habían construido un túnel y habían puesto la carga explosiva. Incluso el coche situado en doble fila había sido puesto por ellos.
La explosión provocó que el Dodge negro volara por los aires y ascendiera verticalmente hasta una terraza del edificio de Jesuitas, donde la chatarra y los tres cuerpos quedaron encajados. Abajo, el agujero de 10 metros de diámetro provocado por la explosión se llenó de agua al alcanzar las tuberías del subsuelo. Los policías que viajaban en el segundo Dodge subieron a la terraza y trataron de sacar los cuerpos. Carrero Blanco y el inspector Bueno llegaron cadáveres al hospital. El chófer fue el único que entró vivo en la ciudad sanitaria Francisco Franco, pero falleció a los pocos minutos. ETA había logrado su objetivo.