Hoy es habitual acudir a un quiosco y ver en el expositor revistas cuyas portadas están ilustradas con titánicas imágenes de hombres hipermusculados. Igual de corriente es ver en las páginas de esas publicaciones anuncios de suplementos nutricionales que ayudan a mejorar el físico; o ver esos productos en tiendas especializadas o herbolarios. Hoy el fitness, esculpir el cuerpo a base de sesiones de gimnasio, es un hábito de vida para muchas personas. Y esa forma de vivir, ese culto al cuerpo, posiblemente comenzó con Joe Weider. Este canadiense, fallecido ayer a los 93 años, construyó todo un imperio basado en el culturismo. Fundó revistas como Muscle and Fitness, vendidas en todo el mundo; comercializó todo tipo de suplementos nutricionales, y organizó certámenes como Mister Olympia, considerado el Mundial de la disciplina. Fue un pionero, un visionario que supo ver que detrás de la devoción por el músculo había un negocio que, explotado correctamente, podría dar jugosas cantidades de dinero. Tambien fue coofundador de la Federación Internacional de Fisicoculturismo (IFBB)
Weider, nacido en 1919, era un niño que crecía en un marginal barrio de Montreal y que sufría constantemente el abuso de pandillas de matones y de otros niños mayores. Pequeño y delgado, el joven Weider empezó a desarrollar sus músculos inspirado por una revista de la época. Se construyó unas mancuernas con chatarra de coches desguazados y poco a poco su físico creció a lo ancho. El chico que fue rechazado en un club de lucha porque el entrenador tenía miedo a que su frágil cuerpo se lesionara, fue invitado a entrar en gimnasios de culturismo. Según narró el propio Weider, cuando entró al recinto por primera vez, se quedó maravillado por la hermandad y el compañerismo que había.