El origen de la cerveza se remonta muy atrás en la historia de la humanidad.
Hay quienes afirman que fue inventada antes que el pan, y que por mucho tiempo se ha utilizado como alimento más que como bebida de celebración.
Y es que la materia prima fundamental de la cerveza es la cebada, un cereal con reconocidas cualidades nutritivas.
Hace más de 6.000 años, en las márgenes de los ríos Tigris y Eufrates, los sumerios elaboraban y consumían cerveza.
La historia dice que los babilonios heredaron de los sumerios el arte del cultivo de la tierra y la elaboración de la cerveza.
Uno de los decretos más conocidos de la época, emitido por el rey Hammurabi, dispuso normas sobre la fabricación de esta bebida, en las cuales se incluye el precio del producto, la concentración adecuada y el establecimiento de sanciones aplicables a quienes la adulteraran. La elaboración tenía carácter religioso y era realizada por sacerdotisas.
Según una tabla asiria fechada 2.000 años a.C., la cerveza formaba parte de las provisiones del Arca de Noé. Por otro lado, Cristóbal Colón al llegar a las islas del Caribe descubrió que los indios americanos tomaban una bebida fermentada hecha con maíz.
Los griegos identificaron la cerveza con los egipcios, ya que la palabra “zythum” usada por los africanos significaba vino de cebada. En el siglo I a.C., Diodor Sículo escribe: “ se hace en Egipto, con cebada, una bebida llamada zythum y que por lo agradable de su color y su gusto cede muy poco al vino”.
En sus comienzos, los egipcios obtenían la cerveza fermentando el trigo, pero más tarde éste fue sustituido por otros cereales más idóneos, especialmente la cebada.
La bebida se mezclaba con frutos, preferiblemente dátiles, se endulzaba con miel y se perfumaba con canela.
Los fabricantes egipcios de cerveza eran exceptuados de prestar el servicio militar y tanto los soldados como las autoridades recibían cerveza como parte del paga.
También existen pruebas de que los chinos producía una clase de cerveza llamada “kiu”, hace más de cuatro a 4.000 años, la cual se fabricaba a base de cebada, trigo, espelta, mijo, y arroz.
Pero la cerveza que tomamos actualmente tiene mucho más que ver con la cerveza alemana. La tradición cervecera de Alemania es muy antigua, y según consta en una enciclopedia germana de 1645, la bebida típica de las tribus de ese país era el “mer”, un tradicional brebaje fermentado.
Antes de conocer el lúpulo, los europeos del norte utilizaban hierbas aromáticas y plantas silvestres, logrando una cerveza más ligera, de poca duración y no apta para el transporte.
En el siglo XII, el rey Juan Primus, conocido como Gambrinus, combatió el hambre en sus dominios a través del cultivo de la cebada, con lo que impulsó la fabricación de la cerveza.
En la Edad Media, las tierras alemanas poseían cerca de 500 claustros en las cuales se elaboraba y comercializaba cerveza, ya que al estar prohibido el vino en la Cuaresma, bebían cerveza.
Esto no era privilegio exclusivo de los monjes, puesto que las monjas de los Prados de Santa Clara recibieron de parte de los duques de Baviera el derecho de elaborar su propia cerveza.
Alemania ha influido mucho en las características de la cerveza moderna, al punto de que hoy en día cuenta con una “Ley de Pureza”, promulgada por el duque bávaro Guillermo IV en 1516. Esta norma obliga a producir la bebida con cebada malteada, levadura, lúpulo y agua.
Hasta el año 1400, los ingredientes principales de la cerveza era la cerveza malteada, el agua y la levadura. Se añadía romero y tomillo para evitar que la cerveza se estropeara y para agregarle sabor.
Esta cerveza era turbia y contenía muchas proteínas e hidratos de carbono, lo cual la convertía en una bebida muy nutritiva, que consumían tanto los campesinos como la nobleza.
Se cree que en el siglo XV se descubrió una nueva versión de cerveza. Los mercaderes de Flandes y Holanda introdujeron el lúpulo en su elaboración, lo cual le daba cierto sabor amargo.
La variedad que y contenía el lúpulo se denominó “cerveza“, y la que carecía de este ingrediente, “ale“. La nueva variedad con lúpulo se hizo tan popular que a partir del siglo XVIII toda la cerveza se fabricaban con este componente.
Hubo que esperar hasta Luis Pasteur para que se diera el paso final. Hasta entonces, las productoras de cerveza dependían de la levadura natural que transportaba el aire para que se produjese la fermentación. Al demostrar que la levadura es un microorganismo vivo, Pasteur hizo posible el control preciso de la transformación del azúcar en alcohol.
Fuente: sobrehistoria
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