martes, 16 de febrero de 2010

Antroxu... origen, gastronomia y tradiciones.

En Asturias, el Carnaval se conoce como como el “Antroxu”, si bien también son usados algunos otros nombres según dónde. Así en los concejos de Aller y de Quirós, se le llama “Antroxo”, en tierras occidentales se dice Antroiro, y entre Luarca y el río Eo dicen “Antroido”.
Todos estos términos asturianos tienen su base etimológica en el antiguo vocablo del castellano “Antruejo”, derivado a su vez del latino “introitus” cuyo significado es entrada, por estar a continuación la Cuaresma.
Este mismo nombre de Antroxu sirve igualmente en Asturias para denominar el tiempo carnavalero que para nombrar a las máscaras utilizadas para disfrazarse. Del mismo modo se utiliza para designar a las personas desordenadas o mal curiosas en su forma de vestir, sin duda por la influencia de “zaparrastros” o “destrozonas”, personajes que más adelante les presentaremos.


Como indicaremos posteriormente, el Antroxu es tiempo de comer abusivamente, así que a los “tragones” que comen en exceso y sin medida, también son llamados “antroxos”.
Antiguamente este tiempo de Antroxu era mucho más prolongado en el tiempo que hoy en día, casi reducido a tres jornadas. Se celebraba con tiempo el triunfo, la muerte y el entierro del antroxu, en algunas localidades desde enero incluso.

GASTRONOMÍA DE TEMPORADA
Las fiestas de carnaval traen consigo una época de hartazgo en el comer, anteponiéndose a la Cuaresma en que la abstinencia y el ayuno tomaban su protagonismo. Así el carácter pagano del primero se opone al fervor religioso de la segunda. Esta fuerte influencia de los asuntos religiosos, del ciclo litúrgico, marcaba la despedida a las carnes en las mesas de los hogares asturianos, especialmente a las del “gochu”, en vísperas de la obligada abstinencia pascual.
En las tierras del occidente asturiano se observa claramente ese abuso en el yantar, también en el beber, durante los días del antroxu. Muy típico para los postres es el “rapón” (que se dice rapois en su plural o rapo en el concejo de Boal), muy extendido entre el río Eo y Luarca. El rapón es una torta hecha de maíz y amasada con agua, sal, cebolla y trozos de chorizo y tocino, recubierta con hojas de berza y cocida en el horno.
Por el oriente también el carnaval es una fiesta eminentemente gastronómica. Buena muestra es que las boronas en este tiempo son “preñadas”, esto es, rellenas de chorizo. El postre más generalizado por esta zona son los buñuelos de viento rellenos de crema, o los rustidos, sabrosos trozos de pan remojados en leche y huevo, fritos y rocíados con azúcar.
En el resto de la región los platos más representativos del antroxu se preparan con carnes de cerdo principalmente y por norma general frisuelos de postre (también llamados fereixolos, foyuelos, fayuelas o fayuelos). Estos se preparan con huevo, harina, leche y sal. Antiguamente se tomaban mucho los frisuelos que se hacían de harina de centeno fritos con el unto del cerdo.
Lo mismo que en la Navidad eran frecuentes los grupos de aguinalderos que recorrían las calle y caleyas de las aldeas, para pedir a vecinos huevos, chorizos, tocino, ... con los que se preparaban una buena cena o comida de carnaval.

COMADRES Y COMPADRES
En principio puede que la celebración de compadres y comadres no tuviera nada que ver con el Antroxu, pero terminaron quedando enmarcadas en tiempos carnavaleros. En su sentido original hacen referencia a personas allegadas, familiares o vecinas. Así celebran las personas compañeras o amigas que en jueves se convidan las unas a las otras. En un principio los compadres se reunían el antepenúltimo jueves antes de Pascua, quedando reservado para las comadres el último. Posteriormente la celebración de compadres se cambió al Domingo de Pascua, cuyo significado litúrgico y religioso terminó por llevar al olvido la fiesta de compadreo. No ocurrió lo mismo con las comadres, fiesta cada vez más popularizada sobre manera en Pola de Siero y en Gijón, aunque muy generalizada en toda la comunidad asturiana.

MÁSCARAS DE CARNAVAL
Hoy en día los recursos para disfrazarse son más numerosos que en tiempos de nuestros abuelos y sus antepasados. Antes se tiznaban la cara, con hollín por ejemplo, y se ponían unas ropas viejas para celebrar los carnavales. Más adelante aparecieron las caretas de cartón, de tela o de madera con sus clásicos agujeros para nariz, boca y ojos.
Son famosos los “zaparrastros” por lo general propios de las comparsas, disfrazados con harapos o la “destrozona” personaje que interpreta un varón vestido de mujer y provisto de una escoba con la que da escobazos por las calles del pueblo a cuantos se cruzan a su paso. Se hace acompañar las más de las veces de una mujer que se ha vestido de hombre y juntos salen a dar gritos y a proferir insolentes provocaciones. Esta costumbre de invertir los sexos, generalizado en la mayoría de carnavales del mundo, ha sido muy criticada por la Iglesia, por considerarla una actitud excesivamente transgresora de la moral.
También eran generalizados los disfraces de animales, con pieles de vaca por ejemplo.

LOS PELELES
El pelele es una figura humana hecha de paja o de trapos que en carnavales se cuelga de los balcones o es manteado en las celebraciones como chivo expiatorio. Los niños lo insultan y lo maltratan hasta la hora en darle su final, enterrado o incinerado. Es un personaje extendido no sólo en Asturias sino en toda España.
En otras localidades, el pelele era sustituido por gallos o por gatos, que se llevaban las culpas, los golpes y las mofas.

LAS COMPARSAS
Cantando y bailando animaban las calles las comparsas ayudados de cencerrros, cacerolas, pitos y latas, y de cualquier utensilio que les sirviera para armar mayor bullicio. Las coplas que cantan, lo mismo que tiempo atrás, tienen las más de las veces un tono crítico o irónico.

LA MUERTE DE DON CARNAL
Posteriormente al triunfo de Don Carnal, se celebra la lucha con Doña Cuaresma o su juicio, que concluía con su muerte. Los juicios a Don Carnal, representado por Gato o por Pelele, por su conducta indecorosa. El fiscal pedía para él la pena de muerte y el abogado defensor el indulto, recordando cuánto se habían divertido todos con él. Pero el vrdedicto era siempre el mismo: culpable. También la condena de pena de muerte, ahorcando al gato o al pelele, según el caso, o incinerando.

ENTIERRO DE LA SARDINA
A finales del siglo XIX se generalizó oficiar el entierro de la sardina, que fue costumbre venida de fuera de Asturias. La Sardina representa la abstinencia, mortificación y ayuno del Miércoles de Ceniza. El Gato era juzgado y condenado por la muerte de la sardina, terminando sus días ahorcado o incinerado.
En Llanes, por el contrario, la sardina no era enterrada sino que se arrojaba al mar desde el Paseo de San Pedro.

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